miércoles, 10 de diciembre de 2008

BERAZATEGUI

MAS DE 5 MIL VECINOS CERCADOS POR EL VENENO

Tres barrios de Berazategui, viven bajo los efectos contaminantes de los desperdicios que arroja un frigorífico hacia las aguas del arroyo Giménez. Los pobladores conviven con al aire irrespirable y una nube de moscas que provoca graves enfermedades en los niños.

Por Gustavo Girodo (De la redacción de Infosur)

No viven. Podría decirse más crudamente, que sobreviven. Son más de cinco mil vecinos de los barrios El Chelín, Orión y El Vidrio, de la zona de Berazategui. Están cercados por un verdadero río de veneno que confluye canalización por medio sobre el arroyo Giménez. Las pestilentes emanaciones, hacen que el aire se torne irrespirable. Y el enjambre de moscas, a manera de verdaderas nubes, conforman la postal más dramática de los elementos contaminantes que caen a las aguas, provenientes de los piletones, del frigorífico Consignaciones Rurales, ahora propiedad de la firma Swift.
Los moradores del lugar, están cansados de reclamar a viva voz una solución, pero nadie los escucha. Se encuentran librados a la buena de Dios.
Por citar algunos de los padecimientos, en el barrio hay cientos de personas -entre ellas una gran cantidad de chicos- afectados por problemas respiratorios y enfermedades de la piel. Como si fuera poco el cuadro contaminante, el frigorífico en un intento ponerle paños fríos al conflicto, fumiga dos veces por semana el lugar, tratando de mitigar la nube de moscas que invade los hogares.
Durante una reunión con los vecinos del lugar llevada a cabo días atrás, la empresa prometió primero una solución para dentro de seis meses y luego de que la situación tomara estado público a través de un programa de televisión, redujeron el tiempo a dos meses.

RADIOGRAFIA DEL DRAMA
Los cronistas de Infosur que visitaron el barrio se encontraron frente a una fotografía realmente desgarradora.
Pero vale la pena situarse geográficamente para comprender este verdadero desastre ecológico. En las inmediaciones donde funciona el cuestionado frigorífico, se encuentran los barrios El Chelín, donde viven 760 vecinos en 17 cuadras; Orión, con 1.815 personas en 32 cuadras y el Vidrio, con 2.240 pobladores, en 62 cuadras. Todos son víctimas del peor de los escenarios para vivir dignamente.
Julia, de 48 años, comerciante del barrio del Vidrio señaló a Infosur que “esta todo el barrio lleno de moscas. Es por el frigorífico, que siempre tira sus desperdicios, entre ellos vísceras en estado de putrefacción a los piletones. Esto no es nuevo, viene de años pero en estos últimos tiempos la situación se ha agudizado”.

CHICOS CON ENFERMEDADES
Al llegar al lugar enclavado por la Av. Dardo Rocha y la calle 24, Mario, de21 años, dijo a Infosur que “hoy no hay mucho hedor por el viento, pero igual se puede sentir el olor a podrido en ese zanjón que termina en el arroyo Jiménez”.
El canal, de aguas oscuras que desemboca en el arroyo, viene a lo largo de la calle 24, desde los piletones .Los lugareños afirman que cuando llueve mucho “toda la porquería que tiran allá, sale a las calles y en varias oportunidades ingresa en las viviendas. Así vivimos semanas enteras invadidos por olores insoportables”.
Por su parte, una joven madre Soledad González de24 años, que con sus dos hijos vive en la zona, sostiene que “los pequeños, uno de 4 años y el otro de 2, tienen problemas en los bronquios. En la salita nos dijeron que es por un virus, pero yo vivo a la vuelta de donde están los piletones y se que es por la contaminación con la que convivimos. Así no se puede más, estamos muriendo lentamente”, sentencio visiblemente indignada.

EL TEMOR A DENUNCIAR
A una cuadra del lugar vive Roque, de 33 años, quien trabaja en el frigorífico. No quiso darse a conocer por temor a represalias, pero sostuvo que “yo tengo chicos y verdaderamente esto es un asco. Tengo miedo de que mis hijos se enfermen como muchos de los chicos del barrio. En los piletones vuelcan vísceras, patas, osamenta y cualquier otra cosa que puedas imaginar. Eso trae problemas de salud. Pedimos que solucionen el problema pero no queremos perder la fuente de trabajo”, dijo.
A menos de 50 metros de los piletones vive Maria Cristina de48 años. Con los ojos llorosos por la desazón dijo a Infosur que “ cuando hace calor y el sol pega fuerte, el olor es nauseabundo y las nubes de moscas vienen para el barrio. Pero no hay con que darles. Te gastás hasta dos insecticidas por día y nada. La semana pasada era terrible, una alfombra de moscas invadieron las casas. No se puede dejar ningún alimento, sin protección. Así no se puede vivir”.

CON FUMIGAR NO SE HACE NADA
Cuando los cronistas de Infosur se acercaron a la esquina de 116 y 24, donde se encuentra el fondo del frigorífico, el olor se hizo más intenso. En ese sitio se hallan dos piletones. Uno de ellos vació y el otro que vuelca los desperdicios que caen al lugar a través de un caño que cruza por debajo de la calle.
Un alambrado rodea el perímetro de los piletones, pero sobre la calle 116, lo más dramático es que funciona una plaza con toboganes y hamacas para los chicos. El alambrado está roto y del otro lado del cerco está la salida del caño que vierte desperdicios a metros de donde juegan los niños, rodeados de moscas y el olor, siempre el olor insoportable que nos acompañada a cada paso, por todos los rincones del barrio. En momentos que Infosur realizaba la recorrida, desde la empresa advirtieron la presencia de nuestros cronistas y enviaron con celeridad a una persona para fumigar el lugar.
Lo patético es que este procedimiento se puso en marcha, mientras varios chicos jugaban a la pelota a escasos 10 metros de los piletones. Uno de ellos se acercó y con su rostro de inocencia manifestó que “cuando se cae la pelota ahí, la sacamos con un palo largo. Una vez uno de los chicos se cayó cuando quiso sacar el fútbol y quedó tapado por los desperdicios. Sacarlo fue un milagro. Tenemos mucho miedo. Pero los funcionarios aquí no vienen, me dicen mis padres”.

CON HUELLAS EN LA PIEL
Alberíco Pérez de 71 años, hace 40 años que vive en el lugar. Tiene la piel gastada por una vida de trabajo duro. Pérez reveló que “estamos hartos de esto, hay chicos con enfermedades en la piel y respiratorias. Si no solucionan el problema antes de las fiestas con los vecinos vamos a cortarles la entrada de camiones”.
A 30 metros de la plaza vive Gloria Cabral de 62 años. Habita en una humilde vivienda de paredes descascaras con sus hijos y diez nietos. “Desde el año pasado el problema se agravó. Mire las moscas que hay. Aquí son insoportables los días de calor. Las moscas los vuelven locos. Acá y enfrente donde viven siete chicos, los más chiquitos tienen problemas bronquiales y con el olor a veces no se puede respirar. Yo no se que esperan para solucionar el problema, pero los vecinos ya se reunieron con la gente de la empresa, y les dijeron que en dos meses van a solucionar el tema. Pero con el calor que se viene vamos a estar pero tengo miedo que mis nietos empeoren. La empresa lo único que hace es fumigar y después no pasa nada, nadie los controla ”.